Compartimos la carta abierta de MADRES Y FAMILIARES de URUGUAYOS DETENIDOS-DESAPARECIDOS

Queremos reflexionar juntos.
Si Usted se entera de que ha desaparecido una persona y por diversas circunstancias sabe algo, un detalle, una información. ¿Qué haría? ¿Se callaría o trataría de colaborar con los familiares?
Es lo que venimos a pedirle.
Han pasado muchos años –demasiados-, y el tiempo sigue su curso. Inexorable.
Lo que nosotros pedimos es poder llorar a nuestros desaparecidos. A nuestros hijos e hijas, hermanos, padres, amigos, primos. Se los llevaron hace más de 40 años. ¿No tenemos el elemental derecho de saber su paradero?
Le pedimos que se coloque en nuestro lugar por un instante y comparta las ausencias de todos los días, el día de su cumpleaños, las fiestas, mire sus viejas fotos, vea la silla vacía todos los días y en especial, los domingos. No pedimos mucho, pedimos una mano entre compatriotas, entre uruguayos y uruguayas.
Si usted vio algo, sabe algo, conoce algún detalle que nos pueda ayudar a encontrarlos, le pedimos un gesto de humanidad. No importa en que circunstancias estaba.
No recibirá ninguna recompensa, sólo saber que ayudó a otros seres humanos, sus vecinos, sus compatriotas. Es su opción: identificarse o no, aporte sus datos, pero hágalo con responsabilidad, no juegue con nuestro dolor y nuestras ausencias.
Entregue su carta, su mensaje en alguna parroquia, templo o sinagoga en todo el territorio nacional, o en Nicaragua 1332, Apartamento 205, o llame al teléfono 0800 9942 y deje grabado su mensaje desde un teléfono particular o un teléfono público, con los datos que nos ayuden a esclarecer lo sucedido en aquellos años, de 1971 en adelante tanto en el Uruguay como en el exterior.
Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos

Recordamos la actividad del 6 de diciembre: FOTOGALERÍA

En Mercedes, el pasado 6 de diciembre de 2015, se colocó una placa en el lugar donde funcionó el Cuartel Gral. Luna, sede del Batallón de Infantería N°5 del Ejército Nacional que torturó, violó y mató ciudadanos durante el período del terrorismo de Estado.
 
Las imágenes que compartimos, nos ayudan a revivir esa intensa jornada.
 
La placa está allí, como un pasito más en la construcción de memoria colectiva y como un llamado de atención porque seguimos reclamando verdad y justicia.
 
Luego del acto, recorrimos parte del circuito de la memoria de Mercedes: visitamos una de las baldosas por la memoria (la ubicada en la casa de Luisa Cuesta, que recuerda a su hijo Nebio Melo), pasamos por la placa homenaje al compañero detenido-desaparecido Prof. Cabezudo (ubicada en el Liceo Campos) y terminamos en el Espacio Memoria, donde algunos/as de los/as visitantes se animaron a colocar piedritas, aportando de ese modo a la construcción de nuestro memorial.  
 


























 

NO ME RESIGNO A LA IMPUNIDAD

Las marcas que señalan los sitios donde se cometieron crímenes de lesa humanidad, son fundamentales para la construcción de memoria. Sin embargo, ello no es suficiente.
 
La búsqueda de la verdad y la justicia, continúa.

 
 
¡LOS VAMOS A ENCONTRAR!

A través de la música, renovamos nuestro compromiso de seguir luchando por verdad y justicia.
 
La canción Pasiones, de Teresa Parodi, interpretada por Ezequiel Fascioli Sosa en el acto de homenaje a Joaquín Klüver y colocación de la placa en el ex-Cuartel Gral. Luna, lo refleja con claridad...

Mañana
Cuando me vaya con ese sueño
Que no he podido alcanzar a tiempo
Tal vez me reste sólo cantar

La vida
Suele jugarnos brava partida
Nos pide cuentas de la osadía
Nos da y nos quita pero nos da

Señores
Tengo una deuda con la armonía
Tengo una falta muy repetida
No me resigno a la impunidad

A veces
Mi canto puede ser inocente
Porque la vida enamora siempre
Con su poesía y no falta más

A veces
Mi canto puede ser insolente
Canta la pena de tanta gente
Canta su bronca y su soledad

Señores
Tengo una deuda de amor y vida
Con los que sueñan y aún pelean
Por la utopía y la libertad

Menos mal que existen...

La música acompañó el acto de homenaje a Joaquín Klüver y colocación de la placa en el ex-Cuartel Gral. Luna.
 
No cualquier música, sino la elegida para homenajear a todas y cada una de las personas que, desde su lugar, lucharon por la libertad y la democracia.
 
Las personas que estuvieron detenidas, que sufrieron la prisión y la tortura; los familiares y amigos que resistieron en la cárcel de afuera; los compañeros y compañeras que fueron asesinados; todos nuestros desaparecidos.
 
Menos mal que existen
los que no tienen nada que perder,
ni siquiera la muerte.

Menos mal que existen
los que no miden qué palabra echar,
ni siquiera la última.

Se arriman, a la noche y al día
y sudan si hay calor
y si hay frío se mudan.

No esperan, echar sombra o raíces
pues viven
disparando contra cicatrices.

Escuchan se proyectan y lloran
debajo
de sus huellas, con tanto trabajo.

Se mueren sin decir de qué muerte
sabiendo que en la gloria
también se está muerto.

Menos mal que existen,
menos mal que existen,
menos mal que existen para hacernos.

Autor: Silvio Rodríguez
En el acto la interpretó: Ezequiel Fascioli Sosa
Menos mal que existen
los que no tienen nada que perder,
ni siquiera la historia.

Menos mal que existen
los que no dejan de buscarse a sí
ni siquiera en la muerte
de buscarse así.

Placa en el Ex-Cuartel Gral. Luna de Mercedes


Mercedes, Domingo 6 de diciembre de 2015.
Hoy se coloca una placa en el ex-Cuartel Gral. Luna, donde se violaron sistemáticamente los derechos humanos antes y durante la última dictadura cívico-militar.
 
La placa señala que el Batallón de Infantería N°5 del Ejército Nacional torturó, violó y mató ciudadanos durante el período de actuación ilegítima del Estado, entre el 13 de junio de 1968 y el 28 de febrero de 1985. Nunca más terrorismo de Estado.
La marca, que quedará ubicada en la fachada de la actual Terminal Shopping, pretende mantener viva la memoria de los crímenes cometidos durante esos años oscuros del país.
Asimismo, esta marca es una señal de alerta, porque aún hoy, cuando ya han pasado 30 años de democracia, sigue faltando la verdad, sigue faltando la justicia y siguen faltando los compañeros.

A 43 años del asesinato de Joaquín Kluver



El 6 de diciembre de 1972, las Fuerzas Conjuntas asesinaron a un joven oriundo de la ciudad de Mercedes, departamento de Soriano: Joaquín Kluver, de tan sólo 22 años, estudiante de la Facultad de Agronomía. Participaba de una manifestación pacífica contra la Ley de Enseñanza promovida por Julio María Sanguinetti.

Mientras Joaquín repartía volantes en una feria vecinal, fue interceptado por una patrulla de las Fuerzas Conjuntas. Lo subieron a uno de los llamados “camellos”vehículos que utilizan los militares-, lo tiraron al piso y, poco después, un estampido sacudió el ambiente: le dispararon por la espalda.

En primera instancia trascendió que el estudiante había sido detenido, pero que se encontraba bien; 35 horas después, el cuerpo sin vida fue entregado a la familia.

En su momento, las Fuerzas Conjuntas sostuvieron que se trató de un enfrentamiento. Sin embargo, las evidencias muestran que fue una ejecución. Fue trasladado a Mercedes, donde una junta médica constató las heridas y el tatuaje que dejan los balazos cuando el disparo es a quemarropa.

Sus restos fueron velados en el Liceo N°1 de Mercedes, y desde dicha institución partió el cortejo fúnebre a las tres de la tarde. Todo el pueblo acompañó el féretro del estudiante. En las pancartas se leía: “Joaquín, tu lucha es la del pueblo, seguirá en nuestras manos”.

Sus compañeros lo describen como un muchacho humilde e introvertido. Vivía en la casa estudiantil que funciona en el predio de Facultad, con otros compañeros del interior. Estaba a cargo de las publicaciones a mimeógrafo de la Asociación de Estudiantes de Agronomía.

Era un joven comprometido. El año pasado, participó junto a los trabajadores mercedarios de la remolacha, en el encuentro por la tierra. También trabajó en las viviendas de los obreros de la papelera PAMER de su ciudad natal. Tal vez, justamente por todo eso, las Fuerzas Conjuntas lo asesinaron. Asesinaron a un estudiante. Este crimen: sigue impune.
 
Verdad, Justicia y Nunca Más
Joaquín Klüver: ¡Presente!

Testimonios de personas militarizadas y detenidas en el Cuartel Gral. Luna

Compartimos algunos pedacitos de historia, para armar entre todos y todas, el puzzle de la memoria.

Una memoria colectiva que nos permita seguir luchando contra la impunidad.

Cuenta un compañero:

Seguramente, los bancarios de banca privada, fuimos los primeros que sentimos que la represión venía en serio. Las medidas prontas de seguridad y un Pacheco muy autoritario hicieron que, frente al paro, fuéramos militarizados. Y digo militarizados, porque en realidad no fuimos presos, sino que, con poca experiencia en estos asuntos, los militares armaron una compañía y mientras no estábamos en el banco, recibíamos instrucción militar. Desfilábamos, marcábamos el paso, y la poca resistencia que podíamos hacer, era equivocarnos en todo y, por tanto, enloquecer al sargento de guardia. 

Otro agrega que: 
Pese al miedo, el más grato recuerdo que tengo, es la gente acompañándonos y golpeando palmas. Terminado el horario de trabajo, venían los militares trayendo a los compañeros del Mercantil; nos agregábamos nosotros, subíamos por Colón; se nos juntaban los compañeros de Ubur y caminando nosotros por la calle, custodiados por soldados, encarábamos el repecho para el General Luna. Todo esto, rodeados de amigos, familiares, y todo aquel que aborrecía la prepotencia. Había compañeros que estaban clandestinos y, a medida que iban cayendo, se agregaban al desfile. Hay algo que los militares nunca descubrieron, y es que cuando pasábamos frente al Banco República, siempre algún compañero de allí, justo tenía que cruzar la calle, y rápidamente nos pasaba noticias de cómo iba el conflicto.

Alguno afirma:
Reconozco que lo nuestro, fue apenas un ensayo de lo que vendría después. Yo era de Banca Oficial. En aquella época, cualquiera que trabajaba para el estado, al ocupar el cargo, tenía que firmar un acta de reclutamiento, como Defensa Civil. Por tanto, éramos reclutas y, a la vista de las adhesiones que conseguían los de Banca Privada -con gente aplaudiéndolos, cantando el himno y acompañándolos hasta el cuartel-, a nosotros nos daban permiso para que saliéramos del banco y fuéramos al General Luna por nuestra cuenta. Teníamos un ratito marcado para llegar. La resistencia, que daba lugar a la correspondiente sanción, era tomarnos nuestro tiempo para llegar del banco al cuartel.

Y otro relata: 
Era un caluroso enero el de 1978. En el país reinaba la tranquilidad de los cementerios. Miles de uruguayos presos por la dictadura. Seguía desapareciendo gente en Argentina, y el miedo y la desconfianza estaban instalados en la sociedad. Iba yo a visitar un amigo que vivía en las afueras de Mercedes, cuando me topo con un tremendo operativo militar. Una pinza hecha con barreras, algunos autos haciendo cola para pasar, y por último yo en mi moto. Llegar hasta allí, mostrar la cédula, y que me tomara del cuello un soldado, con otro doblándome el brazo por la espalda hasta el límite. Me encapucharon y metieron en una camioneta rural particular. Apretado abajo y con amenazas de que me iban a matar si no cantaba, llegamos al cuartel. Estuve cuatro días de plantón, al sol tomando agua caliente ya que la botella la dejaban al sol, con baño una vez por día, culatazos en los tobillos, y cuando osaba caerme, me golpeaban en las costillas con puñetazos. Sentía otros lamentos, pero no sabía quiénes eran. Empecé a sentir gritos desgarradores de un varón y mis mecanismos de defensa, me llevaban a pensar que era teatro entre ellos para provocar más terror. A la quinta tardecita, después de un interrogatorio, me llevaron a bañarme y me sacaron la capucha. Allí me encontré con un compañero y amigo, en muy mal estado. Tanto, que no podía levantar los brazos para bañarse. Luego supimos que éramos tres varones y dos mujeres los que caímos en esa oportunidad. En los días que nos tuvieron retenidos, negaban a nuestros familiares que estuviéramos allí. Lo que yo sentía desde la capucha, no era ningún teatro; era la cruel realidad.
¡Gracias a todos, por compartir sus memorias!  

 

Represión en el Cuartel Gral. Luna, sede del Batallón de Infantería N°5 del Ejército Nacional


En 1969, en este cuartel estuvieron militarizados los trabajadores de la banca pública y privada de Mercedes.

Entre el 21 de febrero y los primeros días de marzo de 1972 fueron detenidos una veintena de jóvenes, 14 varones y 6 mujeres que estuvieron unos días en jefatura y luego fueron trasladados a este lugar. El promedio de edad: 23 años.

En abril del mismo año, con el pretexto de encontrar a los responsables  de un atentado, dos barrios de nuestra ciudad: el Treinta y Tres y el Palo Alto sufrieron una dura represión con presencia de muchos vehículos militares, allanamientos masivos y la detención de decenas de vecinos (la mayoría muy jóvenes) que fueron interrogados y torturados aquí, en dependencias del Cuartel General Luna.

Un vecino muy conocido: el Bigote Laurenzi, terminó en el hospital a causa de la golpiza recibida. Otro personaje popular de la época: Girato, falleció en el hospital después de la tortura.

También desde Carmelo, alrededor de 10 compañeros fueron traídos a este cuartel.

Entre fines de abril y el 27 de junio de 1973, fueron detenidas alrededor de 40 personas por parte del Batallón de Infantería número 5, que funcionaba en este lugar.

Surge por lo tanto la pregunta de: ¿por qué ocurrió todo esto en aquel momento?

Ocurrió como parte de los preparativos del propio golpe de estado.

La dictadura ya se venía gestando desde hacía un tiempo, con un presidente que gobernaba por decreto y con medidas prontas de seguridad.

La disolución del parlamento no fue un rayo sorpresivo en un cielo sereno; muy por el contrario fue la coronación de un proceso anterior.

El pueblo uruguayo se organizaba de diversas maneras para enfrentar el malón fascista.

Los golpistas sabían qué sectores sociales ofrecían mayores resistencias al quiebre institucional.

La composición de aquel grupo de 40 coterráneos, duramente reprimidos en el Cuartel, resulta muy ilustrativa al respecto. Eran 5 remolacheros o “peludos de la remolacha” (como se los llamaba en esa época), 5 obreros papeleros, 4 maestros, un periodista, alrededor de 10 estudiantes, 2 trabajadores de UTE, 2 o 3 empleados de comercio, 1 ferroviario, 1 bancario, 1 obrero de Arinsa, 1 enfermero. Toda gente de entre entre 16 y 35 años.

Ya estaban detenidos aquí varios militantes oriundos de Juan Lacaze: obreros de la textil y el médico de la policlínica sindical.

Parte de la estrategia de la represión era, precisamente, trasladar a la gente para interrogarla y torturarla en otro lugar que no fuera el de su residencia,  para aumentar la incertidumbre y el aislamiento.

Pasó por este cuartel Juan Pablo Recagno, hijo de una de las referentes de Madres y Familiares: Luz Ibarburu.

En durísimas condiciones de reclusión, estuvo aquí Chela Fontora, de Bella Unión, militante de UTAA y de las marchas cañeras.

Aquí también estuvo presa la entrañable Luisa Cuesta, madre del detenido-desaparecido Nebio Melo.

Algunos fueron procesados por la justicia militar y llevados al Penal de Libertad. Varios siguieron su recorrido en otros cuarteles. Otros fueron liberados, pero con libertad vigilada; durante meses y meses se tenían que presentar semanalmente, pasando por plantones totalmente arbitrarios. Algunos fueron posteriormente desaparecidos, como Ricardo Blanco y Juan Pablo Recagno. Otros consiguieron irse; varios a la Argentina.

Todavía no sabemos con exactitud cuánta gente pasó por este cuartel. Sin contar a los bancarios militarizados, la cuenta primaria nos da entre 130 y 140 personas que fueron detenidas entre 1972 y 1974. 

Entre febrero y junio de 1975 hubo otra caída. Otra vez gente joven: obreros y estudiantes. Otra vez una feroz y sistemática secuencia de torturas. El objetivo era destruir la resistencia a la dictadura, infundiendo el terror en la población.

A comienzos de 1978 se desató una nueva represión, con la detención de varios mercedarios. Fueron detenidos en la calle y trasladados a este cuartel, donde a sus familiares les decían que buscaran en otro lado porque aquí no estaban. Estuvieron desaparecidos. Fueron salvajemente torturados e interrogados acerca de la detención de otros uruguayos en Argentina.

Todo esto muestra que el Batallón de Infantería número 5, también fue parte de la coordinación del plan Cóndor.

Algunas compañeras dieron a luz a sus hijos mientras estaban recluidas en este cuartel; sus familias venían varias veces al día a traer los bebés para que sus madres los amamantaran.

Sufrían las personas que estaban presas, pero también los familiares. Esos que estuvieron siempre presentes: sin saber de sus seres queridos, soportando órdenes arbitrarias y plantones ante cada gestión, recibiendo ropa en pésimas condiciones como evidencia de las torturas, trayendo el paquete, criando niños, viniendo a la visita, haciendo el periplo de los cuarteles, conteniendo y también resistiendo en la “cárcel de afuera“ en que se convirtió nuestro país (con presos, destituidos  y exiliados).

Depende de nosotros. Tenemos mucho para contar, nos queda mucho  aún por saber de lo que ocurrió en este lugar. Somos conscientes de que la lucha contra la impunidad no se agota con unas pocas sanciones penales ni con las insuficientes, y algunas veces contradictorias, condenas políticas. Trabajemos juntos para que nuestra sociedad haga de la cultura de la verdad  uno de los fundamentos de su construcción.

Toda persona, y la sociedad en su conjunto, tiene derecho a conocer la verdad íntegra, completa y pública sobre los hechos ocurridos, sus circunstancias específicas y quiénes participaron en ellos. Esto forma parte del derecho a reparación por violaciones a los derechos humanos y de las garantías de no repetición, con el objetivo de prevenir futuras violaciones.

Unámonos en busca de justicia porque ella es el valor opuesto a la impunidad jurídica.

Sabemos que el Batallón 5 de Infantería del Ejército Nacional, fue parte de un plan de represión y tortura que se desplegó a lo largo y ancho del país y de América Latina. Plan sistemático de aplicación del Terrorismo de Estado, con el objetivo de imponer las dictaduras cívico-militares que asolaron nuestros países durante décadas.

¡Nunca más asesinato político, desaparición forzada, ni tortura, a nadie, en nombre de nada!

Así fue la jornada de trabajo solidario del 28 de noviembre...

El pasado sábado 28 de noviembre de 2015, el Espacio Memoria se llenó de banderas y de compañeros/as que, desde Montevideo, llegaron a dar una mano solidaria en la construcción.
 
Gente de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM), gente de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) y  otros/as compañeros/as que se animaron a sumarse, llegaron a medio día para compartir el almuerzo y trabajar durante toda la tarde.
 
Aprovechamos la ocasión para recordar especialmente a ELBA GÁNDARA CASTROMÁN, detenida desaparecida de Soriano, leyendo los conmovedores relatos de sus hijos.
 
A continuación, compartimos fotos de la jornada y la carta que mandó el hijo de Elba para la ocasión.
 

 
Mensaje de Fabián Velázquez Gándara a la Comisión
(recibido el 27 de noviembre de 2015).
Gracias por el trabajo que están realizando en Mercedes y todo Uruguay. Como ya sabes, yo vivo en Holanda desde 1977, hablo tres idiomas y el castellano es el peor. Todo consecuencias del camino, el rumbo, que tomó mi vida después de la dictadura. Cuando salí de Argentina lo único que sabia escribir era ´ala´. A la escuela no podía ir porque buscaban a mis padres. Andábamos escondiéndonos de una casa en otra. La situación era imbancable y mis padres decidieron volver a la casa porque el 18 de febrero estaba Luci, mi hermana mayor, de cumpleaños. Mi madre quería hacer una torta de cumpleaños. Lo que en aquella noche para mi tenía que ser un día feliz, una fiesta, se transformó rápido en el trauma más grande de mi vida. Lo que ocurrió esa madrugada del 18 de febrero 1977, influenció toda mi vida . Hasta el día de hoy sigue influenciando mi vida y la de mis hijos y esposa; toda mi familia. Pero por suerte estamos en vida y podemos contar la historia. A mi madre muy joven le taparon la boca y la vida. Fue una mujer a cual no le gustaban las injusticias. Quería un mundo más honesto, con oportunidades para todo el mundo. Un mejor futuro para sus hijos. Una simple idea de igualdad le costó la vida. Hoy me siento orgulloso de ser su hijo, estoy orgulloso de saber que hay personas que aún la recuerdan. Para mi, recordarla es mantenerla viva. Un abrazo