La historia del CALENDARIO - ADAPTACIÓN de un cuento Zapatista
La historia del calendario (adaptación)
Cuentan los más viejos de los viejos de nuestros pueblos, que en los tiempos
primeros el tiempo andaba así nomás, todo desordenado y dando tropezones como
bolo en fiesta de la Santa Cruz. Los hombres y mujeres mucho perdían y se
perdían porque el tiempo no caminaba parejo, sino que a veces se apresuraba
y otras veces caminaba lento, arrastrándose apenas como viejito rengo. A
veces el sol era grande y todo lo forraba, y otras veces pura agua nomás,
agua arriba, agua abajo y agua en medio, porque antes no llovía sólo de arriba
para abajo, sino que llovía también para los lados y en veces hasta de abajo
para arriba se llovía. O sea que todo era un relajo y apenas se podía sembrar,
cazar o arreglarle el techo de quincho y las paredes de barro a los ranchitos.
Y los dioses todo lo miraban y miraban, porque los dioses primeros nomás se la pasaban paseando, y pensaron que el tiempo no podía pasar todo el tiempo así a los tumbos.
Entonces, después de pensar en eso, llamaron a su Mamá, que le llamaron Ixmucané, y ahí nomás le
dijeron:
"Oí pues Mamá Ixmucané, este tiempo que camina por la tierra, no anda
bien y nomás se la pasa brincando y corriendo y arrastrando y a veces para
adelante y a veces para atrás y así pues de plano no se puede sembrar, y ya
mirás que tampoco se puede cosechar a gusto y ahí están tristeando los hombres y
mujeres, como que no está bueno que el tiempo se ande así nomás, sin nadie ni nada
que lo oriente cuándo y por dónde se tiene qué caminar y con qué paso. Así
pensamos, Mamá Ixmucané, no sabemos qué nos vas a decir vos con este problema
que te decimos."
La Mamá Ixmucané suspiró durante un buen rato y entonces ya dijo:
"No está bien que el tiempo ande así nomás como burro sin mecate, haciendo
sus destrozos y estropeando a todas estas buenas gentes."
Sí, pues, no está bien dijeron los dioses.
Y esperaron un rato porque sabían bien que no había terminado de hablar la
Mamá Ixmucané, sino que apenas empezaba. Por eso, desde entonces, las mamás
apenas empiezan a hablarnos cuando parece que ya terminaron.
Otro rato estuvo suspirando la Mamá Ixmucané y entonces siguió
hablando:
"Allá arriba, en el cielo, está pues la cuenta que debe seguir el tiempo y el
tiempo sí hace caso si alguien le está leyendo y diciendo qué sigue y cómo y
cuándo y dónde".
Sí está y sí hace caso dijeron los dioses.
Más se suspira la Mamá Ixmucané y por fin dice:
"Estoy dispuesta a leerle al tiempo la cuenta para que aprenda a andarse
derecho, pero ya no tengo buenos mis ojos y acaso puedo mirar al cielo, no
puedo".
No puede dijeron los dioses.
Me gustaría hacerlo, para enderezar el tiempo,
pero ahí está que no puedo mirar y leer el cielo, porque no tengo buenos mis
ojos.
Mmmh dijeron los dioses.
Mmmh dijo la Mamá Ixmucané.
Así tardaron, nomás diciendo “mmmh” los unos y la otra, hasta que por fin los
dioses pensaron otra vez y dijeron:
Mirá vos, Mamá Ixmucané, no sé qué pensás pero nosotros pensamos que está
bueno si te traemos el cielo pacá abajo y pues ya cerquita bien que lo podés
mirar y leer y enderezarle el paso al tiempo.
Y la Mamá Ixmucané se suspiró fuerte cuando dijo:
"¿Acaso tengo dónde ponerlo al cielo? No, no, no. ¿No mirás que está chiquito mi rancho? No, no, no".
No, no, no dijeron los dioses.
Y otro buen rato se quedaron con sus “mmmh”, “mmmh”. Ya luego se pensaron los
dioses otra vez y dijeron:
Mirá vos, Mamá Ixmucané, no sé qué pensás, pero nosotros pensamos que está
bueno si copiamos lo que está escrito en el cielo y lo traemos y vos lo
copias y ya lo podés leer y así enderezás el paso del tiempo.
Ta bueno dijo la Mamá Ixmucané.
Y subieron los dioses y se copiaron en un cuaderno la cuenta que contaba el
cielo y se bajaron otra vez y fueron con el cuaderno a ver a la Mamá Ixmucané y
le dijeron:
Mirá vos, Mamá Ixmucané, aquí está pues la cuenta que cuenta el cielo, aquí
la apuntamos en este cuaderno pero no va a durar, así que tenés que copiarlo en
otro lado donde dure todo el tiempo la cuenta que endereza el camino del
tiempo.
Sí, sí, sí dijo la Mamá Ixmucané. En mis manos copien la cuenta y
enderezo el paso al tiempo para que derecho camine y no se ande como viejito
bolo.
Y en la palma y el dorso de las manos de la Mamá Ixmucané, los dioses
escribieron la cuenta que habían copiado del cielo, para enderezar el camino del
tiempo, y por eso las mamás sabedoras llevan muchas rayas en las manos y en
ellas leen el calendario y cuidan así que el tiempo camine derecho y no se
olvide la cosecha que la historia siembra en la memoria.
Salud, pues, a todas las madres sabedoras, salud a esas mujeres que nos aseguran
que siempre habrá alguien que no pierda la memoria.
Salud también a todos y todas los que ayudan a reconstruir el rompecabezas de la memoria, a todos y todas los que aportan nuevas piezas para conocer la otra historia, la que no es oficial, pero, sobre todo, nos ayudan "a imaginar otra figura, una más grande y poderosa", la figura de un mundo solidario y lleno de JUSTICIA, la figura de NUESTRO calendario, donde el pueblo es el que marca el tiempo.
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