Uno de
tantos
Justicia procesó con
prisión a Asencio Lucero por delitos de privación de libertad; el militar
reconoció haber torturado.
La diaria – 14/4/2016 –
Por CA
La jueza penal de 16º
Turno, Julia Staricco, resolvió ayer el procesamiento con prisión del capitán
retirado Asencio Lucero, por reiterados delitos de privación de libertad
especialmente agravados. El fallo es el primero en la causa que investiga las
denuncias que presentaron 28 mujeres por torturas y delitos sexuales y es
particular porque por primera vez un acusado confiesa haber torturado.
Lucero
fue capitán en el Regimiento de Caballería Nº 9 a partir de 1972 y por cerca de
ocho años; allí se desempeñaba como encargado de Inteligencia (S2). “Las
mujeres eran más sensibles, las ablandaban el desnudo y el pudor, y entonces
entraban a hablar”, fue, por ejemplo, una de las confesiones que hizo Lucero ante
la jueza Staricco el 30 de setiembre de 2014 acompañado por su abogada.
El
militar, incluso, dio detalles del procedimiento que utilizaba para interrogar.
Primero “conversaba”, y si no obtenía la información que quería procedía a
otras medidas, que, según describe el fallo de la jueza: “pasaban desde los
famosos ‘plantones’, ‘submarinos secos’ o ‘con agua’, torturas sicológicas,
impedirles dormir, prohibirles las visitas, el uso de la picana, entre otros;
incluso hasta la desnudez en el caso de las mujeres, porque ellas eran más
‘sensibles’, cosa que quizás a los hombres los afectaba de menor manera. Por
tanto, sabiendo de la sensibilidad de las mujeres, utilizaban su cuerpo, en
este caso dejarlas al desnudo, para obtener información”.
Dijo
también que “el tacho” era excepcional, para quienes se negaban a decir la
identidad; “el que se cerraba iba al tacho”. También se usaba la picana, que
era, según declaró, “un cosquilleo” en las piernas. El fallo de Staricco recoge
parte del interrogatorio: “Un submarino era una cosa tan excepcional y tan
temida que a un preso usted lo amenazaba con hacer un submarino y lo hacían
hablar. El submarino seco consistía en envolverle la cabeza con una bufanda,
‘yo le envuelvo la cabeza con una bufanda y la dejo parada cinco horas atadas
contra la pared y después de ese tiempo la persona por lógica entraba a
hablar’”.
En la sala se describió como “un moderador al cansancio. Yo sabía
doblegar a la persona. A mí 24 horas no me molestaban para nada, pero no la
dejaba dormir, eso era un sistema… Cuando se necesita información hay que
presionar, no era correcto pero era necesario”. El fallo recoge que siete
mujeres identificaron a Lucero como uno de los militares que ejercieron tortura
sobre ellas y que “si se analizan las declaraciones de las denunciantes, así
como de los testigos que depusieron en autos, las pericias siquiátricas
realizadas, los hechos denunciados fueron los que L admitió haber participado”.
Los hechos y las leyes
Si
bien el pedido de procesamiento elaborado por el fiscal Carlos Negro fue por
delitos de privación de libertad y de tortura, y si bien el militar admitió
haber cometido torturas y la jueza así lo evidencia, el fallo fue únicamente
por delitos de privación de libertad. Staricco entiende que “al momento que se
dieron los hechos imputados, el delito que estaba vigente era el previsto en el
referido artículo [el de privación de libertad] y no el delito de Torturas, que
fue establecido como delito recién con la aprobación de la ley 18.026”,
aprobada en 2006. Lucero se encuentra actualmente internado en el Hospital
Militar, por lo que la jueza solicita un informe forense sobre su estado de
salud y que al momento en que se determine el alta se lo derive a un centro de
reclusión.
Un paso
Una
de las denunciantes en la causa que derivó en el procesamiento de Lucero,
Ivonne Klinger, comentó que entre las 28 mujeres que presentaron la denuncia
hay algunas que cayeron presas en 1972 y otras que lo hicieron en 1983, que
eran de diversos puntos del país y que estuvieron detenidas en distintos
centros de reclusión, algunos de ellos clandestinos. Entre los denunciados se
menciona a casi 100 personas, la mayoría militares pero también varios civiles:
médicos, enfermeros, psicólogos.
“No fue una locura de un grupo de oficiales de
un lugar determinado, fue durante 11 años y en todos los establecimientos”,
marca Klinger, que cayó presa en 1982, estuvo tres meses desaparecida, recluida
en La Tablada, y luego de pasar por la justicia militar estuvo tres años presa
en el Penal de Punta de Rieles. Klinger esperaba que el procesamiento fuera por
torturas, porque en ese caso sería el primero en Uruguay por ese delito, pero
de todas maneras le parece muy importante este primer procesamiento. “Todos los
que yo denuncié, salvo uno, están libres”, dijo a la diaria. “Todos estos
años nosotras no pudimos hacer las denuncias porque nos rebotaban, era
revictimizarse, con el esfuerzo tremendo que implica recordar las cosas que
pasaron, y nos quedábamos con la sensación de que era inconducente, porque
seguían impunes. Es un paso muy importante”, valora.
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