Camino al 8M: La memoria es mujer

El terrorismo de Estado violentó cruelmente a las mujeres. 

Los delitos sexuales que tantas uruguayas sufrieron durante esa época y que dejaron marcas que duelen hasta hoy: todavía siguen impunes.

En las dictaduras de nuestra América Latina, muchas mujeres debieron dar a luz en cautiverio, y fueron privadas del derecho a amamantar y a cuidar de sus hijos e hijas recién nacidos/as. A muchas, les arrebataron a sus hijos y sus nietos para siempre; familias militares o vinculadas a ellos, se apropiaron de esos niños/as. Sólo algunos/as han sido recuperados, en todos los casos gracias a la lucha de las mujeres, pero muchas madres y abuelas se tuvieron que morir con la tristeza de no haberles podido abrazar. 

Miles de mujeres se vieron obligadas al exilio: a dejar sus vidas, sus casas, sus trabajos, sus afectos, pero aún desde la distancia, sostuvieron lazos y vínculos. 

En el Uruguay de la dictadura, las mujeres llenaron cárceles y cuarteles los días de visita, para llevar los paquetes a los familiares presos. Algunas, viajaban kilómetros y kilómetros para eso.

Las mujeres que estaban afuera cuidaban y criaban con amor a los/as hijos/as de las compañeras en prisión. Las mujeres escribían cartas, tejían abrigos, se organizaban, interpelaban a las autoridades para pedir explicaciones sobre sus familiares presos, asesinados o desaparecidos. 

Las mujeres fueron un puntal de la resistencia contra la dictadura, trabajando juntas, como hormiguitas, sin pausa y leudando solidaridad. 

Muchas mujeres, a lo largo y ancho del país, escriben, relatan, cantan, cuentan, hacen teatro, participan en talleres y hasta en películas, para ayudarnos a todos a no olvidar. 

Las mujeres hacen rondas en las plazas, marchan todo 18 de Julio, para que todo el mundo se entere de que ellas siguen buscando. 

Las mujeres tejen memorias y promueven el encuentro para fortalecer la lucha contra la impunidad.

La memoria, es mujer. 






 












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