SÁBADO 28 de NOVIEMBRE: ELBA GÁNDARA PRESENTE!

El sábado 28 de noviembre, en el Espacio Memoria: JORNADA de TRABAJO SOLIDARIO, recordando especialmente a la compañera detenida desaparecida de Mercedes: ELBA GÁNDARA CASTROMAN. 


Compartimos a continuación el testimonio que su compañero Juan Velázquez, aportó en 1977, en Holanda, a nueve meses de la detención de Elba. 

TESTIMONIO
Juan Enrique Velázquez Rosano
Nacido el 22 de abril de 1943 en Montevideo República Oriental del Uruguay.
De profesión obrero de la industria frigorífica.
Actualmente refugiado político en Holanda.
Declaro:
        que siendo la hora 4 de la mañana del día 18 de febrero de 1977 y encontrándome en mi domicilio de la calle Hilario Lagos 466 , Florencio Varela provincia de Buenos Aires, irrumpieron en el mismo doce personas vestidas de civil quienes se identificaron como de la policía y ejército argentinos, siendo ellos oficiales, comenzaron por romper la puerta trasera, rompiendo muebles y todo lo que encontraron a su paso, apuntaban con sus ametralladoras y nos dijeron a mi y a mi compañera (Elba Gándara Castromán y a nuestros hijos: Celia Lucía de 13 años, Juan Fabián de 8 años, Verónica Daniela de 3 años y Silvina de solamente 20 días) que nos quedáramos quietos y a la vez que encendiéramos la luz; era tal el desconcierto y el miedo que teníamos que no sabíamos que hacer: los chicos lloraban, mi compañera caminaba dentro del cuarto, yo parado inmóvil  en medio de la confusión, hasta que me decidí,entre gritos, a encender la luz, eso sí fui el primero en “cobrar”.  Luego de una serie de golpes me pusieron contra la pared y fueron donde se encontraba mi compañera y los niños; a su vez nos preguntaban dónde estaban las armas, lo segundo que me preguntaron fue cómo se llamaba mi compañera, a lo que respondí su nombre, me preguntaron a continuación por otros nombres, los cuales no conocía, me dijeron si era “perejil” ya que contestaba en forma negativa comenzaron a golpear a mi compañera con un cinto, tirones de pelo y puntapies, a los niños los empujaban de un lado para otro, les hacían preguntas si iban amistades a la casa, lo cual contestaban negativo; luego de maltratar a la madre tomaron a la bebita de solamente 20 días la agarraron de los piecitos cabeza para abajo y la golpearon, diciéndole a la madre: “si no  hablás la vamos a matar”, los niños lloraban y el terror era mucho, la madre gritaba que no golpearan a la beba; luego de unas horas de golpearnos a todos decidieron hacerle el “submarino” a mi compañera delante de los niños a la vez que me tenían a mi en otra pieza; diciéndome mi hija mayor que habían traído con ellos a mi sobrino: Eduardo O´Neil Velázquez, estaba atado de pies y manos y todo ensangrentado; yo estaba tan nervioso que en un momento dado les dije a mis hijos que posiblemente ya no nos verían nunca más.  A eso de las 10 y 30 de la mañana nos “encapucharon” y nos ataron de pies y manos, a mi a mi con el cable de la plancha y me dijeron que nos iban a llevar para  “interrogarnos”, además nos acusaban de subversivos; antes que nos pusieran la “capucha” pude ver como se llevaban algunas cosas de valor, así como el cielo raso destruído, ropas, muebles tirados, como si hubiera pasado un tornado; al cabo de varias horas en esa situación: vino la orden de llevarnos, por lo que me dijeron mis hijos posteriormente, había dos camiones del ejército en la cuadra y por versiones de los vecinos habían rodeado toda la zona; me sacaron prácticamente desnudo y a los empujones, “apurate montonero hijo de puta” me gritaban , al salir me tiraron dentro de una zanja llena de agua y barro, me levantaron de los pelos y todo mojado y embarrado fui a dar al baúl de un auto, la misma suerte corrió mi compañera.
        Aparentemente siguieron buscando más gente, ya que permanecí muchas horas en ese baúl, pienso que cerca de catorce horas, por lo que pude escuchar buscaban a un tal Damián. Fueron a la fábrica donde trabajaba dos veces y no lo encontraron, luego se dirigieron a una zona de detención o sea un cuartel de policía (Departamento Central de la Policía Motorizada) por lo que pude escuchar de esa misma gente de civil. Al llegar me dijeron que tenía que bajar, abrieron el baúl , como dije que estaba acalambrado, me tiraron para afuera a la vez que me golpeaban (puntapiés, gomazos, etc.) me decían: “ caminá Montonero hijo de puta ahora vas a cantar si sos o no Tupamaro”; me hicieron subir y bajar unas escaleras hasta llegar a unos calabozos, siempre golpeándome, hasta llegar a una puerta, que por el ruido al abrirla parecía de hierro, me tiraron para adentro a la vez que decían:  “acá tiene un colega”, cayendo arriba de otras personas que allí estaban, sentí que me decían: “flaco quedate tranquilo que estás entre compañeros”, me acomodaron y aflojaron la “capucha”, así como el cable de la plancha con el cual estaba atado, ya en el calabozo pensaba que me esperaban largas horas de martirio en manos de esos salvajes inconscientes; en el calabozo había siete personas más, conmigo ocho, el lugar de 2 X 0,80 ya que cabíamos tres de perfil; para tratar de descansar lo hacíamos tres para cada lado y dos quedaban parados, con lo cual nos rotábamos para tratar de descansar todos, hacía un calor impresionante ya que estábamos en verano, por momentos nos ahogábamos, momentos de desesperación y semi- asfixia; con nosotros estaba un anciano de 70 años Dioniggi de apellido al cual le decían “Juan sin miedo”, ese anciano y su compañera se encontraban allí ya que fueron a buscar a su hijo y al no encontrarlo los llevaron a ellos “hasta que aparezca el hijo”, entonces empezábamos a golpear y a gritar como locos que el viejo se nos moría.
       En total estuve en el “calabozo del infierno” siete días, nos sacaron en varias oportunidades al Regimiento No. 3 , donde torturaban con: “picana” , “submarino”, golpes de karate, gomas, etc. y al que no podían sacarle nada lo quemaban con agua hirviendo, en una oportunidad me pusieron cerca de mi compañera, a la cual estaban aplicándole “picana eléctrica” , preguntándome si conocía la voz, mi mujer gritaba y me nombraba, así como a nuestros hijos dando unos gritos terribles a la vez que me decían: “ahora te toca a vos”; la “sesión” duró una hora más o menos, un oficial le preguntó: “que te hicieron gorda”, ella le contestó:  “me pusieron picana”, a lo que contestó : “son unos hijos de puta pero que si no cantaba se lo volverían a hacer”; le aplicaron “picana” en los pechos, vagina y la boca, también le dijo: “a que no sabés a quien tengo ahí”, y me preguntó: “Juan te dormiste con la musiquita”, entonces mi mujer me defendía, hasta que nos llevaron a los calabozos.
      De vez en cuando nos daban de comer una comida muy mala pero debido a la situación en que nos encontrábamos (golpeados y torturados) teníamos que comerla igual; así pasamos siete días lamentando dos muertes en los calabozos: uno era argentino, le llamaban Gapo y uno chileno al cual llamaban Ramón, a los dos les habían quemado con “agua hirviendo”. Gapo saltaba para arriba de desesperación y nos caía encima todo ensangrentado, estaba en agonía y luego que murió estuvo allí con nosotros a su lado. En la misma forma murió el chileno, mordía, arañaba y pegaba, estaba totalmente desesperado; el caso mayor de semi-asfixia lo pasamos en esos días y pienso que si no vienen enseguida éramos siete víctimas más, abrieron y nos mojaron con mangueras de agua muy potentes que nos lastimaban al golpearnos; al final de la tarde nos trasladaron en un camión blindado a la Brigada Güemes, que está en Camino de la Cintura y Avda. Richieri (Puente 12). Pensábamos que nos iban a matar ya que ellos decían: “les llegó la hora”, hasta que llegamos al cuartel y nos hicieron entrar a una pieza, nos preguntaron:”tienen alguna enfermedad o sufren del corazón “ con lo cual estábamos prontos para la tortura o la muerte; nos vendaron los ojos y nos pusieron una “capucha”, nos hicieron caminar por unos corredores y llegamos a unas celdas, a la vez nos presentaron a unos oficiales que les decían “locos Colinos”, uno de ellos se llamaba Juan, nos dieron algunas indicaciones de que había que llamarlos de “señores” y el que no lo hacía, decían “cobraba como en la guerra” además decían “ustedes son todos boleta”, nos golpeaban con gomas ya que decían que éramos lerdos, recuerdo que en ese lugar, había 56 personas: 14 mujeres y 42 hombres, había : dos “guardias malas” y una ”buena”, las “malas” nos hacían “plantones” y nos golpeaban con cualquier pretexto, los “buenos” nos daban algún “afloje”, pero con las amenazas constantes de torturas, muerte, etc. Luego venían las denominadas “patotas” o sea los torturadores oficiales y llevaban a la agente a la Tablada (tristemente célebre por las torturas que allí se practica), también allí las celdas eran similares a las anteriores, nos daban una manta para taparnos, la doblábamos y nos metíamos adentro, , todo eso lo hacíamos siempre “encapuchados” y esposados; a la mañana llegaban los “locos Colinos” y “comenzaban el trabajo”, prendían la radio fuerte y escuchaban a Carlos Gardel, “vamos subversivos podridos”, nos quitaban las mantas y tiraban agua, nos dejaban parados durante todo el día, siempre mojado, nos hacíamos las necesidades encima, porque si no nos daban gomazos.
        Recuerdo que en una oportunidad al encontrarme descompuesto por la mala alimentación y las torturas recibidas, pedí para ir al baño, a lo cual me contestaron: “montonero hijo de puta no me dejás escuchar a Gardel te voy a llevar al baño pero te vamos a dar una paliza que te vas  acordar mientras vivas, entonces me sacaron las esposas, al bajar las escaleras comenzaron los “gomazos”,  pero no tenía otra alternativa. No respetaban ni a los ancianos, ni a las mujeres; una vez estuvieron castigando durante unas tres horas a un detenido que le decían “mono”, era médico, lo quemaban con cigarrillos, le pegaban constantemente por encontrarlo hablando. Los nombres de las personas que recuerdo que se encontraban en ese lugar, algunos de ellos son los siguientes: el matrimonio Dioniggi, Damián  Barrios, Esquivel (paraguayo), Carlos López, Roberto Coria y su esposa (maestra), Cacho Dioniggi (hijo del matrimonio de ancianos), Omar López, Eduardo O’Neil  y los siguientes apodos: Silvia (la flaca), Lucho, Mateo, Chacha, Cacho, Miguel, Pancho, Carlos, Paulo, Daniel y Tito. Las Personas de las cuales presencié su muerte son las siguientes: Alberto y Arturo, Bruno, Tito. A Damián Barrios lo torturaron durante dos semanas y al negarse a comer le daban inyecciones de calcio para mantenerlo vivo, como no “le sacaban nada” le daban la cabeza contra la pared, estuvo un día en el calabozo donde yo estaba y me contó las cosas que le hacían. Riéndose dijeron un día que:  “había otra boleta”, Damián dejó de respirar.
       Según me contó  Damián era sobrino del Ministro Martínez de Hoz e hijo de las familias Bunge y Born; otros detenidos fueron dejados en la enfermería “para que se escaparan”, según los oficiales al intentarlo los acribillaron; un dìa me llevaron al baño y pude ver a mi mujer, fue en medio de toda esa podredumbre que me dijo que posiblemente me largaran. Cacho Dioniggi creo que se presentó por la situación de rehenes de sus padres.
        Un día me llevan y me “piden disculpas por todos los malos momentos pasados, que saben que yo no tengo nada que ver”, “ que haga de cuenta que tuviste un sueño muy pesado”, “andá a cuidar a tus hijitos” “ y  andate del país porque la próxima vez que te vayamos a buscar sos boleta”, “olvidate de tu mujer”, Me dieron algo de comer, alguna ropa y me dejaron cerca de nuestra casa, pensé que me matarían ya que era testigo de sus aberraciones, pero al ver que me dejaban y no tiraban , a pesar de casi no poder caminar, corrí (sin saber cómo), llegué a la casa; habían vidrios rotos, los muebles y las ropas desechas, todo tirado, me parecía haber resucitado, los niños no estaban, mi compañera tampoco, fui a casa de mi hermana, golpeo: sale mi hermana, “no te mataron” me dijo, no pude contestarle…
        P-D: Hasta el día de hoy 18 de octubre de 1977 no he sabido nada de mi compañera: Elba Lucía Gándara Castromán, nacida el 12 de octubre de 1943 en Mercedes, República Oriental del Uruguay, madre de nuestros cuatro hijos: Celia Lucía (13 años), Juan Fabián (8años), Verónica Daniela (3 años) y Silvina de 9 meses…

       Nota:
         En los interrogatorios y por propia expresión de quienes me interrogaban “el que te da ahora es un compatriota tuyo, Tupamaro hijo de puta”, así como términos usados en Uruguay como:”botija” (niño), así como preguntas sobre Uruguay.
        Holanda, octubre 18 de 1977.
                                           


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