Sobre compartir y hacer memoria ...

Estamos a punto de inaugurar el Espacio Memoria, una obra esencialmente colectiva, construida por muchos y muchos que han aportado y aportan lo que pueden, lo que tienen. 

Un espacio de encuentro y reflexión en recuerdo de las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura. 

Nos siguen faltando los compañeros y la compañera, nos sigue faltando la verdad, nos sigue faltando la justicia. 

Hacer memoria es necesario para que nunca más nuestro pueblo tenga que sufrir el terror de Estado. 

Hacer memoria es necesario para combatir la impunidad. 

Ahora, compartimos un cuento zapatista, tomado de "Los Otros Cuentos 2 - Relatos del Sub-Comandante Marcos", editado por la Red de Solidaridad con Chiapas www.redchiapas.org y adaptado.

El dolor si se duele juntos 
Decía el Viejo Antonio que son muchos los ingredientes para que el pan que muchos llaman "mañana" se cocine.
- Uno de ellos es el dolor- agrega el Viejo Antonio, mientras acomoda un tronco de leña en el fogón. Salimos a la tarde, que brillaba después de una de esas lluvias que pintan de verde a la tierra, y la Doña Juanita se queda preparando el pan que vamos a compartir luego.
No sé desde cuándo son pareja el Viejo Antonio y la Doña Juanita, y nunca se los pregunté. Hoy, en esta tarde de la selva, el Viejo Antonio habla del dolor como ingrediente de la esperanza y la Doña Juanita cocina un pan como argumento.
Hay noches en que una enfermedad aqueja el sueño de la Doña Juanita, y el desvelo del Viejo Antonio la alivia con historias y juegos. Esta madrugada el Viejo Antonio le ha montado un grandioso espectáculo: jugando con sus manos y la luz que viene del fogón, le dibuja con sombras una multitud de animales de la selva. La Doña Juanita ríe del noctámbulo roedor, del inquieto venado cola blanca, del ronco mono aullador, del vanidoso faisán y de la escandalosa ave que pintan, sobre el lienzo de las paredes de su rancho, las manos y la garganta del Viejo Antonio.
-No me curé, pero mucho reí- me cuenta la Doña Juanita.
Esta tarde la Doña Juanita cocina un pan, no para agradecerle al Viejo Antonio la inútil medicina de la noche de las sombras alegres. Tampoco para dejarlo contento. Es para dejar testimonio de que el dolor, si se duele juntos, es alivio y sombra que se alegra. Para eso cocina la Doña Juanita el pan que sus manos y la leña del Viejo Antonio hacen nacer y  crecer. 
Y, para que no se perdiera nunca, con café caliente nos comimos el testimonio del dolor conjunto de la Doña Juanita y el Viejo Antonio, ese dolor que se hizo alivio y pan compartido...
Esto que les contamos pasó hace muchos años, es decir, hoy.
Vale, salud y que nada falte en el horno de la memoria.

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